Todas las personas que nunca fuimos…

Todas las personas que nunca fuimos…

Hay un duelo silencioso que muchos ni siquiera son capaces de vivirlo, porque no se dan cuenta de que está ahí, escondido. Es ese dolor que apenas notamos en nuestra vida frenética, pero cargamos con nosotros en el día a día.

Es el dolor de todas las personas que nunca fuimos.

Creo que las ideas del “que hubiera sido si…” nos hace albergar una infinidad de dudas, en que llegamos a cuestionarnos si tomamos la decisión equivocada, o nos atrapamos en una fantasía maravillosa en nuestra imaginación de esa persona que no fuimos.

Idealizamos las versiones que a veces creemos que habríamos sido, y las emociones incómodas que no habríamos vivido. Nos carcome el pensamiento de habernos equivocado porque sentimos dolor, rabia o tristeza. Creemos que la decisión correcta nos debe hacer felices, sin tomar en cuenta de que a veces la decisión correcta trae dolor y es parte de la experiencia humana.

Hay puntos de inflexión que acaban con una versión nuestra y nace una nueva versión de nosotros. De eso se trata la vida, de nacer y morir constantemente. Pero la muerte es algo difícil de llevar porque es incómoda, porque nos hace sentir angustia, porque nos hace sentir inseguros. Las personas queremos escapar de esos sentimientos, y nos tortura con todos “lo que hubiera sido”.

No nos damos cuenta. Pero en nuestro mundo interno, aún existe esa niña que se imaginaba en un mundo que no la hiciera sentir solitaria. Aún existe esa adolescente a la que le rompieron el corazón y tenía una vida de ensueño en su cabeza en el que ese dolor nunca llegaba. Aún existe esa joven idealista que soñaba con cambiarlo todo. Y así tantas otras situaciones: soñábamos con ser doctores o bomberos; soñábamos con viajar por el mundo; soñábamos quizás con tener la familia ideal; soñábamos con una vida perfecta.

Pero esas heridas de lo que nunca fuimos, quedan y las cargamos como piedras en nuestras mochilas. El problema es que no podemos sanar aquello que no vemos que está ahí. No podemos hacer el duelo de todas las personas que nunca llegamos a ser si no vemos a esa niña, esa adolescente, esa joven que sigue soñando dentro de nosotros.

Necesitamos llorar por esa niña. Necesitamos abrazarla y consolarla siendo los adultos que necesitábamos. Necesitamos mostrarle las alegrías que la van a acompañar en adelante, que el dolor pasa y que la vida sigue.

Necesitamos hacer el duelo de todas las personas que no fuimos.

Regresar al blog

Deja un comentario